11/12/18

Un milagro para octubre: La procesión del Cristo de Pachacamilla y la libertad de tránsito



Como cada mes de octubre, la procesión de la imagen del Señor de los Milagros hace varios recorridos tradicionales por la ciudad de Lima: 5 en octubre y 1 en noviembre. Este desfile religioso es imitado en otras ciudades del país y el mundo, dondequiera que haya devotos peruanos, e incluso se practica en una diversidad colegios públicos del país con la venia de las autoridades, y la participación de profesores, padres de familia y alumnos, pero, claro, no de todos pues sabemos que hay minorías de creyentes de otras religiones e incluso de incrédulos de ninguna.

En la capital del Perú, cada procesión morada es seguida por decenas de miles de personas, muchas de ellas portando hábitos de ese color, junto a vendedores de comidas y mercancías religiosas (y, a veces, algunos amigos de lo ajeno). Y, por eso, hay desvíos y congestiones vehiculares, en su paso por las calles limeñas, ocasionando pérdidas irrecuperables tiempo a los transeúntes y pasajeros, sean creyentes o no.

Lo más sensato sería, respetando la libertad de religión, conciencia y tránsito de todos, que los recorridos se cambien a fechas y horas no laborales para así no perjudicar a los que necesitan transitar por el centro de Lima o La Victoria para salir a su trabajo o centro de estudios y regresar a su hogar, por ejemplo, a los sábados y domingos. O, caso contrario, ya que las fechas de las procesiones son centenarias, éstas deberían realizarse en otras partes de Lima, como los alrededores del Campo de Marte, de menor tránsito vehicular y humano. Los tradicionalistas podrían argumentar en contra diciendo que las fechas conmemoran terremotos históricos. Pero recordemos que ha habido sismos muy trágicos en otros meses.

Para lograr eso, las autoridades civiles tendrían que ponerse de acuerdo con las eclesiásticas. Evidentemente, no estamos sugiriendo eliminar la procesión, por el contrario, si se organizase de modo racional, incluso más creyentes acompañarían a la imagen en pos de pedirle que les cumpla sus más caros deseos en relación a sus necesidades sentimentales, económicas y de salud. Además, recordemos que desde el 2000, la copia de la venerada pintura también salía cada viernes santo.

Si la Iglesia católica peruana aceptara cambiar las fechas y lugares de recorrido de la procesión, no sería la primera vez que se adaptara a los tiempos. Recordemos que tuvo que resignarse en su momento a la libertad de culto de otras religiones, el matrimonio civil, y los cementerios no católicos. Y, además, el papa Pío XII, en 1950, permitió a los católicos considerar a la teoría de la evolución como una hipótesis válida, pero que el alma la crea Dios y su colega, Juan Pablo II, la reconoció como algo más que una hipótesis por los nuevos conocimientos científicos en 1996. 

Pero si se trata de pedir al Jesús crucificado que resguarde al Perú de sismos violentos, sabemos que éstos se pueden ocasionar en cualquier día. Por ejemplo, algunos terremotos afectaron Lima y Callao el 24 de mayo, 1940, Áncash el 31 de mayo, 1970, el Sur del Perú el 23 de junio y el 7 de julio, 2001, y Pisco el 15 de agosto, 2007, que causó 596 muertes, 148 dentro de una iglesia cuyo techo se cayó.

Y, de ese modo, las procesiones del venerado ícono de Pachacamilla (recordemos a Pachacamac, el dios de los temblores andino) también se podrían dar en cualquier fecha del año para la tranquilidad y comodidad de los fieles y profanos.


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Manuel Abraham Paz y Miño , Lic. en Filosofía, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), y  M.A. en Ética Aplicada, Universidad de L...