Como ya es muy sabido la que fue Presidenta del CONCYTEC, la Dra. Gisella Orjeda, pidió en abril del 2013, por medio de un correo-e a los empleados del mismo que retiren las imágenes religiosas de las instalaciones de la institución que tengan dueño y sino hubiera quién las reclame procedería a obsequiarlas a alguna iglesia. Ante tal petición los empleados han buscado auxilio en el Cardenal Cipriani malentendiendo que se les restringía su derecho de ejercer la libertad de creencia religiosa. El Cardenal entonces cuestionó el que Orjeda ocupara tal cargo.
Hubo tal presión que Orjeda dio un paso atrás y canceló su pedido aunque sí se llegó a retirar una imagen colocada por los trabajadores en la década de 1990 (y que fue repuesta en 2017).
La Constitución dice que el Estado y la Iglesia son independientes. Esto concuerda muy bien con lo que dice el CONCYTEC en un comunicado, “como todo espacio público, debe ser neutral”, no puede dar preferencia a ninguna confesión. Máxime si es una institución que promueve la ciencia y la tecnología, cosas muy distintas a la creencia en entidades sobrenaturales (dioses o seres humanos divinizados).
Esta separación entre Estado y Religión es lo que se entiende por laicismo. Un Estado laico, moderno y democrático entonces tratará de modo igual a todas las confesiones religiosas e incluso a las posturas no religiosas (agnosticismo y ateísmo), es decir, no privilegiará a alguna en desmedro de las demás: no propagandizará ni atacará a alguna, se mantendrá así neutral, aunque defenderá tanto la libertad decreencia (y no creencia) de sus ciudadanos dentro del marco de la Ley.
Así que no debemos confundir el tratamiento equitativo y neutral de un Estado laico hacia las religiones con el ateísmo (la postura que no existe dios alguno) y menos aún con la anti-religiosidad (una actitud hostil hacia la fe).
Hubo tal presión que Orjeda dio un paso atrás y canceló su pedido aunque sí se llegó a retirar una imagen colocada por los trabajadores en la década de 1990 (y que fue repuesta en 2017).
La Constitución dice que el Estado y la Iglesia son independientes. Esto concuerda muy bien con lo que dice el CONCYTEC en un comunicado, “como todo espacio público, debe ser neutral”, no puede dar preferencia a ninguna confesión. Máxime si es una institución que promueve la ciencia y la tecnología, cosas muy distintas a la creencia en entidades sobrenaturales (dioses o seres humanos divinizados).
Esta separación entre Estado y Religión es lo que se entiende por laicismo. Un Estado laico, moderno y democrático entonces tratará de modo igual a todas las confesiones religiosas e incluso a las posturas no religiosas (agnosticismo y ateísmo), es decir, no privilegiará a alguna en desmedro de las demás: no propagandizará ni atacará a alguna, se mantendrá así neutral, aunque defenderá tanto la libertad decreencia (y no creencia) de sus ciudadanos dentro del marco de la Ley.
Así que no debemos confundir el tratamiento equitativo y neutral de un Estado laico hacia las religiones con el ateísmo (la postura que no existe dios alguno) y menos aún con la anti-religiosidad (una actitud hostil hacia la fe).
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